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Un rincón mágico a pocos minutos de Madrid: las cascadas del Hervidero

Un paraíso natural en San Agustín de Guadalix

Si hay algo que no deja de sorprender en la Comunidad de Madrid, es la riqueza natural que se esconde a cada esquina. Y uno de esos sitios que merece la pena explorar son las cascadas del Hervidero. Situadas en San Agustín de Guadalix, estas cascadas son un regalo de la naturaleza para aquellos que buscan un escape fácil y rápido de la ciudad.

El río Guadalix, con su energía inagotable, esculpe a su paso un paisaje sorprendente. Desde las serenatas de las cascadas que se desploman por las rocas hasta los azulados charcos que parecen espejos de cielo, la ruta promete una experiencia única para los amantes de la naturaleza. No es de extrañar que este lugar haya sido testigo silencioso de escenas memorables en series tan icónicas como Águila Roja.

La Cascada del Hervidero

Cómo llegar al paraíso escondido

Lo primero que hay que saber es que llegar a las cascadas del Hervidero es tan sencillo como tentador. Comienza tu viaje tomando la salida 36 de la A1 en dirección al polígono industrial de San Agustín de Guadalix, conocido como El Raso. Aparca el coche cerca del punto limpio y prepárate para sumergirte en la naturaleza.

Desde aquí, el camino es directo. Una vez en la Laguna de los Patos, simplemente sigue la senda a la derecha del río. Aunque la señalización escasea, la multitud de senderistas los fines de semana hará que nunca te sientas perdido. Sin embargo, si buscas tranquilidad, es mejor evitar las horas punta.

La magia del Camino del Brincadero

La ruta se despliega a lo largo de unos 5.5 kilómetros, ida y vuelta, por el conocido Camino del Brincadero. A lo largo de este sendero llano te acompaña el río Guadalix, convirtiéndose en un compañero constante e inmutable. Aproximadamente tras dos horas de caminar, incluyendo paradas para disfrutar del entorno, te encontrarás con sorpresas como un antiguo molino, una pequeña represa y la cascada Becerra.

La aventura sigue por la antigua carretera del Canal de Isabel II, donde un puente coqueto te devuelve al otro lado del río. Los paisajes te atrapan con su belleza, mientras que un puente cubierto de vegetación te invita a cruzarlo. Pero es al llegar a la senda pequeña, que comienza en la almenara, donde el verdadero espectáculo se manifiesta: las escaleras cinceladas en la roca te conducen directamente al asombro.

Deslumbrantes cascadas y sus detalles

Al llegar finalmente al destino esperado, las cascadas del Hervidero, te enfrentarás a una obra maestra de la naturaleza. Aquí, el agua canta al precipitarse por la garganta, creando un espectáculo visual y auditivo que es difícil de olvidar. Los alrededores no se quedan atrás, con una vegetación rica y una variedad de aves que cantan alegremente.

Los árboles de ribera, como los chopos, sauces y alisos, dan sombra a las orillas del Guadalix. El ecosistema, con sus encinas, cornicabras y majuelos, hace que cada paso sea una aventura botánica.

No olvides llevar tu cámara, ya que querrás capturar todos los momentos que este lugar mágico tiene para ofrecer. Y es que tanto el viaducto como la almenara del sifón de Guadalix son recuerdos vivientes del patrimonio industrial de la zona.

La vuelta a la realidad

Tras admirar las cascadas y descansar bajo la sombra de los árboles, llega el momento de emprender el camino de regreso. La satisfacción de haber pisado uno de los rincones más bellos y fotogénicos de Madrid se mezcla con el deseo de regresar pronto. Quizás, con amigos o familia para compartir el gozo de este apacible refugio.

Las cascadas del Hervidero son un lujo al alcance de cualquiera que quiera ir más allá del bullicio diario y encontrar la paz en lo simple y natural. San Agustín de Guadalix guarda este secreto, pero no por mucho más tiempo, ya que cada vez son más las personas que no pueden resistirse a descubrir sus encantos.