En una esquina tranquila de la *calle Jovellanos* de Madrid, se alza un local que trasciende lo común. Casa Manolo, fundado en 1896, es un bar que ha sido testigo de sucesos clave, no solo en la vida cotidiana de los madrileños, sino también en los acontecimientos más significativos de la historia reciente de España. Pero, ¿qué hace que este bar sea tan especial? Todo comienza con su ambiente, su comida y su increíble bagaje histórico.
Un rincón con historia
La primera vista de Casa Manolo revela su encanto decimonónico. Las paredes de madera y espejos, junto a las mesas de mármol, evocan otro tiempo. Aquí, la historia se respira en cada rincón. Alfredo, el nieto del fundador, comenta con orgullo cómo, a lo largo de los años, su abuelo vio pasar a importantes figuras del teatro, la ópera y la política. Este bar no es solo un lugar para comer; es un punto de encuentro donde las ideas y los sueños han tomado forma.
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El 23F y su papel crucial
Uno de los eventos más recordados es el famoso intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981, también conocido como el 23F. En ese día fatídico, el único teléfono de la zona estaba en Casa Manolo. Alfredo relata la anécdota de su padre y su propio regreso a casa en los inolvidables momentos que siguieron al asalto al Congreso. «Bajé corriendo y me dijo mi padre: ‘súbete para arriba corriendo'», recuerda con un brillo en los ojos. En su mente, el caos y la confusión de aquellos momentos aún resuenan.
Un lugar para hacer historia
Casa Manolo no solo fue testigo del 23F. Durante la redacción de la Constitución de 1978, este local se convirtió en un refugio y lugar de conversaciones fundamentales. Las croquetas de jamón y los churros que Jose María Aznar y otros disfrutaron aquí no eran solo una tapa; eran un vehículo para el diálogo y la comprensión.
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Luis Díez, un exredactor jefe de prensa, menciona que en el piso de arriba del bar, los padres de la Constitución se reunían para discutir el futuro del país. «Carrillo fumaba mucho, y tuvieron que abrir el balcón por la humareda,» cuenta Vásquez con nostalgia. Al final, el humo no solo llenó el aire, sino también las mentes de quienes forjaban el camino hacia la democracia.
Un ambiente acogedor
Pero el ambiente no es solo de negociaciones políticas. Casa Manolo es también un lugar para relajarse. Las tapas que ofrecen son irresistibles. Los churros recién hechos y el chocolate caliente son un clásico para quienes buscan comenzar su día con una delicia. Por otro lado, las croquetas son un verdadero manjar que hace las delicias de los clientes habituales, quienes no pueden resistirse a pedir más.
A menudo, personajes influyentes del mundo político se agrupan en mesas, discutiendo sobre alianzas y estrategias mientras degustan un buen vino. Alfredo bromea al mencionar que “La comida ayuda a llegar a acuerdos”. Este concepto, tan sencillo, ha demostrado ser un factor clave en la política española.
Más allá de la política
Casa Manolo atrae a más que solo políticos. A lo largo de los años, tanto periodistas como artistas han encontrado en este bar un refugio donde discutir y compartir ideas. Las citas y reuniones informales se suceden aquí, creando una red de conexiones que va más allá de lo que muchos imaginan.
Este espacio ha vivido momentos de felicidad y tensión. La Guerra Civil también dejó su huella, con la bodega del local como refugio ante las bombas que azotaban Madrid. Las historias murmuradas en las mesas han cobrado vida entre comidas y copas, haciendo que Casa Manolo sea un lugar donde la historia es parte del menú.
La evolución de un clásico
A lo largo de casi un siglo de existencia, Casa Manolo ha sabido adaptarse, pero sin perder su esencia. Su decoración clásica se mantiene intacta, lo que asegura que los visitantes se sientan transportados a otra época. Aún después de tantas décadas, el negocio sigue en manos de la familia Seijo, y sus nietos continúan con la tradición.
Desde el establecimiento, no se olvidan de sus platos más emblemáticos. Los chipirones en su tinta solían ser solicitados frecuentemente por Mariano Rajoy, un cliente habitual antes de convertirse en presidente del Gobierno. Este tipo de recordatorios acerca de sus clientes destacan la conexión entre el bar y los caminos de la política.
Hilos de la historia se entrelazan con las vidas de quienes lo frecuentan
Casa Manolo no es solo un bar. Es un microcosmos donde los hilos de la historia se entrelazan con las vidas de quienes lo frecuentan. Cada tapa servida no es solo alimento; es un conector de historias y realidades. Este rincón de Madrid no solo alimenta el cuerpo, sino también la mente y el alma. En sus paredes se esconden secretos, risas, debates y ¿por qué no?, también sueños.
La próxima vez que pase por la *calle Jovellanos*, no olvide detenerse en Casa Manolo. No importa si busca una buena cena o una conversación interesante; este bar siempre tiene algo que ofrecer.