Hay restaurantes que te alimentan. Otros te hacen viajar. Pante, en el número 21 de la calle Villanueva en el Barrio de Salamanca de Madrid, logra ambas cosas con una precisión que no es casualidad. Y es que detrás de este templo culinario se esconde la historia viva de una isla que parece un secreto bien guardado: Pantelleria, un territorio volcánico entre Sicilia y Túnez donde el sol, el viento y el mar definen el carácter de su gente y sus sabores. Hoy, esa isla se encarna en Madrid gracias a Alessandro Luchetti, quien ha convertido su amor de infancia en una experiencia gastronómica de verdad.
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Pantelleria, mucho más que un lugar
No es fácil explicar qué tiene Pantelleria. Es una isla que no se parece a ninguna otra. Las higueras crecen arrastradas por el viento, las alcaparras se abren paso entre la lava negra y el tiempo se mide en atardeceres dorados. Para Alessandro, Pantelleria es mucho más que un destino de vacaciones: es donde creció cada verano, donde formó parte de un paisaje que hoy intenta transmitir, plato a plato, en su restaurante.
“El vínculo con la isla es visceral”, explica. Su padre, cansado del clima gris de Bruselas, encontró en esta isla su refugio. Allí, Alessandro pasó sus veranos y absorbió sin saberlo el alma de una tierra que mezcla influencias italianas y árabes con una naturalidad que sorprende. Esa mezcla es la base del concepto de Pante: no es el típico restaurante italiano, es una declaración de identidad.
Un italiano fuera de clichés
Nada de manteles de cuadros ni mandolinas. En Pante no encontrarás clichés, sino autenticidad. La cocina es profundamente italiana, pero sin imposturas. No hay pizza ni lastrada por la nostalgia, sino respeto por los ingredientes y la tradición, reinterpretados con criterio y sin artificio.
“Para mí, ser italiano no es repetir fórmulas”, dice Alessandro. “Es llevar lo mejor de nuestra cultura allá donde estemos, sin perder la esencia ni adaptarse a lo que se espera. Porque si cambias lo que hace única a una receta, deja de ser auténtica”.
Y así lo demuestra. Muchos de los productos vienen directamente de la isla: alcaparras secas, polvo de alcaparras, hojas liofilizadas, tomates imposibles de encontrar aquí y, por supuesto, el elixir de uva Zibibbo, que actúa como una miel densa y aromática elaborada a partir de uva moscatel de Alejandría. Cada ingrediente tiene historia, procedencia y propósito.
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La cotoletta que cuenta una historia
Uno de los platos estrella es la cotoletta pantesca. Una versión profundamente personal de la clásica milanesa que todos conocemos. En lugar de quedarse con lo conocido, Alessandro incorpora especias árabes, como la canela, que le dan un toque dulce y sorprendente. El resultado es una receta que habla tanto de Italia como del norte de África, un puente culinario que define a Pantelleria y que en Pante se sirve sin filtros.
Otra joya que no deberías perderte es el carpaccio de gamba roja del Mediterráneo. Una delicadeza apenas tratada, donde la gamba se sirve cruda, fresca y ligeramente aromatizada. “Es dulce por sí sola”, dice Alessandro. Y esa es la clave: cuando el producto es bueno, solo necesita respeto.
Un diseño con alma
Pero Pante no solo enamora por el paladar. El espacio es coherente con su filosofía: minimalismo mediterráneo, materiales que remiten a la tierra y toques árabes como los arcos o las texturas en microcemento. La barra está recubierta con baldosas antiguas de Pantelleria, traídas directamente de la casa familiar. Tienen más de 100 años y cuentan, sin hablar, una historia de raíces profundas.
Esa mezcla entre sobriedad y detalle no es casual. Pantelleria, como la describe Alessandro, “no es una isla de modas ni de tendencias. Es un lujo sin ostentación, una celebración del producto local y del tiempo compartido”. Y eso es exactamente lo que se respira en el restaurante.
Vinos que evocan el mar y el sol
En Pante también se bebe bien. Muy bien. La joya de la casa es el vino blanco de uva Zibibbo, afrutado pero seco, ideal para acompañar platos frescos como el carpaccio o pastas ligeras. También se ofrece el famoso passito de Pantelleria, un vino dulce que ha cruzado fronteras y que muchos asocian con los grandes momentos de la cocina siciliana.
“El vino que servimos aquí no es para impresionar, es para acompañar”, explica Alessandro. Y eso se agradece. Porque todo en Pante apunta a lo esencial: sabor, origen y disfrute.
Autenticidad certificada
Recientemente, el restaurante ha recibido el Certificado de Hospitalidad Italiana, un reconocimiento que entrega Italia a los restaurantes que cumplen con altos estándares de autenticidad en el extranjero. No es un detalle menor. Implica que las recetas, los ingredientes y el servicio respetan el espíritu de la gastronomía italiana sin adaptaciones forzadas.
“No estoy aquí para contentar a todo el mundo cambiando recetas”, afirma Alessandro con convicción. “Prefiero ser fiel a la esencia. Si la receta tradicional lleva esto, eso es lo que servimos”.
El menú perfecto para una primera vez
¿Primera visita a Pante? Alessandro tiene claro cuál sería su propuesta ideal: empezar con el carpaccio de gamba roja, seguir con una pasta con pesto de pistacho de Bronte y gamba roja, y cerrar con el bacio pantesco, un postre exclusivo de la isla: masa frita rellena de ricota dulce con gotas de chocolate. Un menú que resume a la perfección el carácter de este lugar: sencillo, delicado, lleno de matices.
Un camino con obstáculos, pero sin arrepentimientos
Abrir Pante en 2019, apenas once meses antes de la pandemia, no fue fácil. Pero en palabras de su creador, todo tiene una razón de ser. La crisis obligó a adaptar el negocio, conseguir terraza y descubrir una nueva forma de conectar con el público.
Su idea inicial era abrir en Estados Unidos, pero Madrid le ganó el pulso. “La ciudad ha cambiado muchísimo en estos años”, confiesa. “La apertura de hoteles, la llegada de un público más internacional… han sido aliados clave para nuestro crecimiento”.
Pante supo leer ese cambio y convertirse en referente sin perder autenticidad. Ha sido un reto, pero también una confirmación de que cuando se hace bien, el respeto por la esencia tiene premio.
¿Y dentro de 20 años?
Alessandro lo tiene claro: el futuro de Pante está abierto. Le gustaría llevar esta idea a otros países, compartir Pantelleria con más gente, pero sin perder lo que hace especial a este lugar. “Sería una pena que esta historia se quedara en un solo punto del mapa”.
Porque sí, Pante es más que un restaurante. Es una declaración de amor a una isla, a una forma de vivir y a una manera de entender la cocina. Un rincón donde cada plato cuenta una historia. Y donde el Mediterráneo se sirve en cucharadas, en sorbos y en silencios.
Quien entra por la puerta de Villanueva 21 no sale igual. Porque Pante no solo se come. Se siente.
Pante Cucina Italiana
C. de Villanueva, 21, Salamanca, 28001 Madrid