Recientemente tuvimos el privilegio de visitar Azahara, una joya culinaria que ha abierto sus puertas en el elegante barrio de Salamanca, en Madrid. El Restaurante Azahara promete revolucionar la escena gastronómica local con una propuesta audaz que pone al atún rojo salvaje de almadraba en el centro de todo. Desde el momento en que cruzamos las puertas, nos sumergimos en un ambiente que captura la esencia del sur de España, combinado con un toque de modernidad y elegancia.
Ambiente y decoración
La decoración del Restaurante Azahara es un reflejo vibrante de su filosofía culinaria: frescura, luz y color. Tonos rosados, verdes y amarillos suaves adornan el espacio, creando una atmósfera que evoca las costas del sur. La disposición del restaurante en dos plantas y una terraza amplia y acogedora ofrece la sensación de estar cerca del mar, incluso en el corazón de Madrid. Los amplios ventanales permiten que la luz natural inunde el espacio, complementando a la perfección la experiencia gastronómica con vistas a la vida urbana.
Una carta excepcional
El menú en Azahara es un tributo al atún rojo, tratado con una reverencia que solo los verdaderos conocedores del mar podrían ofrecer. Nuestra experiencia comenzó con un tartar de atún descargado con un toque de mango, una combinación que balanceaba perfectamente la riqueza del pescado con la frescura del mango. Seguimos con un morrillo de atún rojo a la parrilla que simplemente se deshacía en la boca, y no pudimos resistirnos a probar el chuletón de atún a la brasa, cuya preparación impecable destacaba la calidad sublime del pescado.
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No menos impresionante fue el sashimi de lo negro, que presentaba cortes precisos y elegantes, destacando la textura sedosa y el sabor limpio del atún. Además, la oferta se extendía a platos como el Real Caviar y delicias locales como la puntilla sanluqueña acompañada de asadillo de pimientos y huevo frito, y la oreja cuchifrita con salsa brava y parmentier.
Experiencias adicionales
Más allá de la comida, Azahara ofrece espacios que enriquecen cada visita. La terraza es un oasis en los días soleados y una delicia en las noches estrelladas de verano, proporcionando un escenario perfecto para disfrutar de una comida al aire libre. Después de cenar, la sala clandestina «Furtivo» se convierte en un retiro ideal para disfrutar de una copa y música en un ambiente más íntimo y reservado.
El servicio en Azahara fue excepcional, con un equipo que no solo conocía a fondo el menú, sino que transmitía su pasión por la comida y el vino, recomendando maridajes perfectos y compartiendo detalles sobre la procedencia y preparación de cada plato.
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En resumen, nuestra visita a Azahara fue más que una cena; fue una experiencia culinaria integral que celebra el atún rojo de almadraba con una maestría que pocos restaurantes pueden igualar. Sin duda, Azahara está destinado a convertirse en un referente no solo para los amantes del buen comer en Madrid, sino para cualquiera que busque una experiencia gastronómica que rinde homenaje a las ricas tradiciones culinarias del sur de España. Con su combinación de ambiente acogedor, platos exquisitos y un servicio impecable, es un destino que no se debe pasar por alto.