Como buena parte de los grupos longevos, Toto ha estado sujeto a distintas reformulaciones, con entradas, salidas, regresos y algunas irremediables despedidas. La banda se sostiene ahora sobre la guitarra y la voz de Steve Lukather, único miembro fundador, el vocalista Joseph Williams y el teclista Greg Phillinganes, todos ellos con sobrados trienios en la formación. La completan Shannon Forrest, en la batería, Warren Ham, saxo, voz y percusión, John Pierce, bajo, y Dennis Atlas, teclista y también cantante, de tan solo 26 años.
Un concierto esperado con ansias
Con todas las entradas vendidas minutos después de ponerse a la venta, las 4.000 personas que asistieron a su concierto de este sábado en las Noches del Botánico experimentaron una velada tórrida que ni siquiera el microclima del que suele disfrutar este espacio fue capaz de atenuar. Toto complació a sus devotos con una sucesión de los temas de siempre, interpretados con la pulcritud que les caracteriza, sin mostrar cicatrices consiguientes al paso del tiempo.
Joseph Williams, enlutado de pies a cabeza, con su tradicional sombrero, apareció en primer lugar en el escenario, secundado de inmediato por Steve Lukather. Poco tardaron en sonar Hold the Line y 99, dos de las canciones con las que todos contaban. Construido a partir de su calidad individual como músicos de sesión, desde que proyectaron a nivel comercial la carrera de Boz Scaggs a mediados de los setenta, en los discos Silk Degrees y Down to Then Left, el grupo prevalece con una serie de himnos que renuevan para deleite de sus numerosos incondicionales, un público más que encanecido que disfrutó durante las casi dos horas de actuación.
Homenaje a miembros históricos
Fieles a su propia historia, rememoraron el peso de las distintas almas que han dado forma a su estilo ecléctico. El teclista David Paich, figura capital, y los hermanos Porcaro recibieron un sincero homenaje en los parlamentos de quienes mantienen prendida la llama en esta gira mundial llamada Drog of Oz. Toto hace pop-rock californiano de la Costa Oeste, pero parte de su éxito reside en la variedad de estilos que son capaces de conjugar, reuniendo a seguidores que también gustan del soul, el funk, el jazz y hasta de una estética inclinada a sonidos con más filo.
Prueba de ello fue el salto inmediato desde un tema instrumental como Jake to the Bone, en su vena más hard rock, a Georgy Porgy, otro de los clásicos del repertorio, inclinado a la elegancia soul funk, interpretado con gusto y rigor por Williams, que a sus 63 años, tres menos que Lukather, mantiene intactas sus cualidades vocales.
Un cierre memorable
Antes de la despedida que señaló Africa, dejaron una versión de With a Little Help from My Friends, de Lennon y McCartney. Música en ocasiones resultona y comercial, si se acepta el juicio de algunos de sus críticos, pero que conserva todo su gancho, con una soberbia puesta en escena y un sonido poco menos que majestuoso. Ya pasada la medianoche, los asistentes abandonaron el Jardín Botánico de la Universidad Complutense con una sonrisa de satisfacción y un punto de ingenuidad, como si el tiempo no caminase a su lado.
Reflexión sobre una noche mágica
El concierto de Toto en las Noches del Botánico no solo fue un recorrido por sus grandes éxitos, sino también un homenaje a su legado y a los músicos que han pasado por la banda. Cada nota, cada acorde y cada palabra cantada resonaron con una fuerza que solo la experiencia y el talento pueden otorgar. Los fans, muchos de ellos con más de tres décadas siguiendo al grupo, vivieron una experiencia que reafirmó su pasión y devoción por Toto.
La mezcla de estilos musicales y la maestría con la que ejecutaron cada canción demostraron que, a pesar del paso del tiempo, la banda sigue tan vigente y relevante como en sus mejores años. Este concierto no solo fue una celebración de su música, sino también un testimonio de su capacidad para conectar con el público, transmitir emociones y crear recuerdos imborrables.
Un legado que perdura
La música de Toto, con su capacidad para evolucionar y adaptarse, sigue siendo un referente en el mundo del pop-rock. Su habilidad para fusionar distintos géneros y su impecable ejecución en el escenario han mantenido su relevancia a lo largo de los años. El concierto en las Noches del Botánico reafirmó que Toto no es solo una banda de la nostalgia, sino una fuerza viva y vibrante en el panorama musical actual.
Con cada miembro aportando su propio estilo y talento, Toto continúa escribiendo su historia y dejando una marca indeleble en el corazón de sus seguidores. La noche en el Jardín Botánico fue una prueba más de que la música de Toto trasciende el tiempo y sigue siendo una fuente de alegría y emoción para generaciones de fans.
En resumen, el concierto de Toto en las Noches del Botánico fue una celebración de la música, el talento y la historia de una banda que ha sabido mantenerse relevante y querida a lo largo de los años. Con una mezcla de nostalgia y frescura, Toto demostró una vez más por qué sigue siendo una de las bandas más queridas y respetadas en la escena musical mundial.