El Madrid Design Festival se ha consolidado como un evento imprescindible para los amantes del diseño y la arquitectura. A las puertas de su octava edición, su director, Álvaro Matías, compartió en una entrevista con nuestra compañera Cristina Baigorri cómo ha evolucionado este festival y su impacto en la ciudad. Desde sus orígenes hasta su influencia en el ecosistema creativo madrileño, el evento sigue siendo un espacio que combina tradición, modernidad y proyección internacional.
Un festival con identidad propia
Cuando se le pregunta cómo ha cambiado el festival desde sus inicios, Matías reflexiona sobre las primeras ediciones. “Siempre abogamos por hacer un festival abierto, amplio, que diera cabida a todas las disciplinas y creadores posibles”, explica. Esta visión se tradujo en un formato que rompe con la idea tradicional de eventos de corta duración. En lugar de limitarse a unos días, el festival se extiende durante semanas, permitiendo a los asistentes disfrutar de exposiciones, actividades y talleres sin prisas.
A lo largo de ocho años, el Madrid Design Festival ha encontrado su identidad. Matías reconoce que este es el primer año en que siente que el festival tiene un arraigo definido en la ciudad. “Madrid es una ciudad efervescente, viva y multidisciplinar, y eso se refleja en nuestra programación”, comenta.
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Tejiendo redes globales y locales
Uno de los pilares del festival es su capacidad para conectar realidades. Este año, la colaboración con ciudades como Berlín y Guatemala enriquecerá la oferta cultural. Por ejemplo, una instalación diseñada por un estudio de interiores destacará lo mejor del diseño berlinés. “Berlín es una ciudad hermanada con Madrid desde hace mucho tiempo, y este tipo de intercambios nos permiten mantener una conversación creativa constante”, señala Matías.
A nivel local, el festival sigue apostando por dar visibilidad a los barrios madrileños. Este año, el distrito de Prosperidad se suma a otros como Carabanchel y Tetuán, que ya habían sido protagonistas en ediciones anteriores. “Queremos ayudar a que florezca el tejido creativo que existe en cada rincón de Madrid”, asegura Matías.
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El diseño como motor económico
Más allá de su dimensión cultural, el Madrid Design Festival quiere ser un motor de oportunidades económicas. Con la creación del espacio “Diseño Esfera”, el festival busca fomentar la colaboración entre empresas y estudios de diseño. “Queremos que el festival sea un lugar donde se germinen proyectos, donde los diseñadores y las compañías encuentren un punto de encuentro para desarrollar ideas y negocios”, explica.
Además, las jornadas profesionales de este año girarán en torno al concepto del “origen”. Según Matías, este enfoque resalta cómo el diseño está presente desde los primeros pasos de cualquier proyecto. “El diseño es el punto de partida de todas las conversaciones creativas”, afirma, destacando también el homenaje que se rendirá al diseñador industrial André Ricard.
Fomentando la tradición artesanal
El festival también presta especial atención a la artesanía y a cómo esta convive con el diseño contemporáneo. En colaboración con Castilla-La Mancha, una región conocida por su gran número de talleres artesanales, se organizarán actividades para destacar la calidad y la tradición de su trabajo. “Castilla-La Mancha es la comunidad con mayor número de talleres artesanales de Europa, y queremos poner eso en valor”, comenta Matías.
Entre las actividades más destacadas, habrá una exposición en Toledo para resaltar los talleres artesanales de la región. Esta conexión entre Madrid y sus comunidades vecinas subraya cómo el diseño trasciende las fronteras de la capital.
Madrid como escenario y protagonista
El impacto del festival en la ciudad es innegable. “La vitalidad de Madrid impregna el programa y la manera de hacer las cosas”, asegura Matías. Desde el punto de vista económico, el evento beneficia no solo a los diseñadores, sino también a los sectores culturales y turísticos. Además, su capacidad para atraer visitantes internacionales refuerza la posición de Madrid como un referente global en diseño.
Por otro lado, el festival también tiene un impacto significativo en los jóvenes diseñadores. Matías destaca cómo los barrios se convierten en epicentros creativos, ayudando a dar visibilidad a nuevos talentos. “El festival puede ser ese impulso que necesitan muchos jóvenes para mostrar su trabajo y conectar con profesionales del sector”, añade.
Innovación y sostenibilidad
En esta edición, el festival pone un énfasis especial en la relación entre diseño e innovación. La gran exposición de iluminación, titulada La línea sueña, será uno de los platos fuertes, mientras que las instalaciones artísticas explorarán nuevos materiales y conceptos. Además, el festival sigue apostando por la sostenibilidad, un tema que atraviesa gran parte de las propuestas.
Febrero y marzo: el diseño toma Madrid
Con actividades que abarcan desde exposiciones hasta talleres y charlas, el Madrid Design Festival promete ser, una vez más, un evento transformador. “Febrero y marzo son sinónimos de Madrid Design Festival”, concluye Matías, invitando a todos a sumarse a esta celebración de la creatividad.
El festival no solo refleja el espíritu vibrante de Madrid, sino que también lo transforma, estableciendo puentes entre tradición y modernidad, diseño y empresa, local e internacional. Para los madrileños y visitantes, es una oportunidad única de sumergirse en el universo del diseño y descubrir cómo este puede cambiar el mundo que nos rodea.