Madrid vuelve a estar en el punto de mira internacional. Esta vez no por su gastronomía, su vida nocturna o sus récords turísticos, sino por un proyecto cinematográfico que promete poner su nombre en los títulos de crédito más codiciados del planeta. Woody Allen rodará íntegramente su próxima película en la Comunidad de Madrid, y lo hará con el apoyo directo del Gobierno regional, presidido por Isabel Díaz Ayuso. Una apuesta que, más allá del brillo de los focos, se traduce en una poderosa operación de imagen y promoción para la capital y para toda la región.

Durante décadas, Nueva York fue la gran musa de Allen. Sus calles, sus cafeterías y su luz otoñal formaron parte del ADN de su cine. Pero ahora, a las puertas de cumplir 90 años, el cineasta ha elegido Madrid como escenario principal y protagonista de su nueva cinta, provisionalmente titulada WASP 2026, que incluirá en su título la palabra “Madrid”. Un gesto simbólico, pero con una enorme carga de significado para la proyección de la ciudad en el imaginario cultural global.
Una apuesta estratégica con visión internacional
La Comunidad de Madrid ha firmado un contrato de patrocinio con la agrupación de interés económico ‘Pelicula WASP AIE’, constituida por Wanda Vision S.A. y Gravier Production INC, coproductoras del largometraje. El acuerdo asciende a 1,5 millones de euros (IVA incluido) y se extenderá durante 26 meses.
Un paseo por el Madrid de Almodóvar: cine, cultura y turismo en cada esquina
No se trata de un simple apoyo económico, sino de una inversión estratégica. El contrato especifica que el proyecto “deberá reflejar de forma fácilmente reconocible la Comunidad de Madrid” y que al menos un 15% del metraje mostrará espacios icónicos de la región. De hecho, el documento exige que se incluyan localizaciones dentro y fuera de la capital, lo que garantizará que el espectador identifique claramente el territorio madrileño como un personaje más de la historia.
Desde el Gobierno regional, la apuesta se enmarca dentro de la Estrategia de Turismo regional, que busca reforzar la marca “Madrid” como destino global a través del turismo cinematográfico. Según estudios internacionales, más de 80 millones de personas al año eligen sus destinos de viaje influenciados por películas o series. Basta recordar lo que Vacaciones en Roma hizo por la capital italiana en los años cincuenta o cómo Emily en París ha impulsado el turismo joven en la capital francesa.
Un proyecto de alto impacto mediático
El impacto de esta producción será difícil de medir solo en cifras. Según los cálculos de la Comunidad, la película podría estrenarse en más de 40 países y llegar a millones de espectadores en plataformas de televisión y cine. Los mercados clave incluyen Europa, Estados Unidos, América Latina y Asia, con países como Francia, Italia, México, Japón o China entre los destinos más relevantes.
El Gobierno regional prevé además una presencia destacada en festivales internacionales, con una première en un certamen de “reconocido prestigio”, que bien podría ser Berlín o Venecia. Este tipo de escaparates no solo garantizan cobertura mediática, sino también un retorno publicitario de alto valor, difícil de lograr con campañas convencionales.
El acuerdo con la productora establece un sistema de pagos por fases, vinculado a hitos específicos: el anuncio internacional del rodaje, la visita institucional al set, la participación en festivales y la presentación en Madrid junto al elenco protagonista. De este modo, el patrocinio se convierte en una herramienta de marketing viva, alineada con el calendario de promoción global del filme.
Ayuso y la diplomacia del cine
No es casualidad que Isabel Díaz Ayuso haya querido situar a Madrid en el mapa del cine mundial en este momento. La presidenta ha defendido en varias ocasiones que la Comunidad debe “competir por atraer proyectos culturales de alto impacto”, y este acuerdo con Woody Allen encaja a la perfección con esa visión.
Lejos de ser un mero gesto simbólico, la operación tiene un componente diplomático y económico. En un contexto donde las grandes capitales europeas buscan posicionarse como platós internacionales —París, Roma, Londres o Lisboa llevan años seduciendo a productoras con incentivos fiscales y apoyo institucional—, Madrid entra ahora en ese selecto club con una propuesta de alto perfil y visibilidad global.
La elección de Allen no es inocente: su cine es sinónimo de autoría, de mirada personal y de ciudades que inspiran. Barcelona, París o Roma ya fueron escenario de su narrativa, y todas esas ciudades obtuvieron un retorno incalculable en promoción turística y cultural. Ahora, Madrid toma el relevo.
Una ciudad que conquista la gran pantalla
El rodaje de WASP 2026 no solo generará beneficios intangibles. También se traducirá en actividad económica directa: contratación de equipos locales, reservas hoteleras, transporte, restauración y servicios de producción. Cada rodaje de esta magnitud implica una movilización significativa de recursos que beneficia a toda la cadena audiovisual y al tejido empresarial madrileño.
El contrato también prevé la presencia de localizaciones fuera de la capital, lo que permitirá mostrar el patrimonio natural, urbano y cultural de municipios de la Comunidad. Desde la Sierra Norte hasta los pueblos históricos del sur, la película ofrecerá una visión diversa del territorio, algo poco habitual en el cine internacional.
La administración regional confía en que este proyecto sea solo el primero de muchos. En palabras de la Consejería de Cultura, “el rodaje de una película en un territorio puede suponer un enorme crecimiento en popularidad, imagen internacional y atracción turística”. Y si el caso de Vicky Cristina Barcelona sirve de precedente, el impacto para Madrid podría ser todavía mayor.
Una alianza que refuerza la marca Madrid
El patrocinio no es una donación, sino una alianza estratégica. Madrid se proyecta al mundo como escenario cultural, moderno y cinematográfico, mientras la película recibe apoyo institucional que garantiza visibilidad y logística. Es un acuerdo de beneficio mutuo, pensado para consolidar una imagen de ciudad global, capaz de inspirar historias.
La apuesta se produce además en un momento clave: Madrid acaba de batir su récord histórico de visitas internacionales, con más de cuatro millones de pernoctaciones en verano, un 9% más que el año anterior. Este crecimiento refuerza el potencial del turismo cultural como motor económico y justifica la inversión en campañas que asocien la marca Madrid con experiencias aspiracionales.
El legado de Allen y la herencia para Madrid
Woody Allen no es un director cualquiera. Su filmografía ha inmortalizado ciudades que hoy viven en la imaginación de millones de personas gracias a su cámara. Lo que hizo con Nueva York, París o Roma no fue solo rodar en ellas, sino convertirlas en personajes: escenarios vivos que respiran al ritmo de la historia.
La elección de Madrid es, por tanto, una declaración de amor y una oportunidad única. No solo para el turismo, sino para la proyección cultural de la ciudad. Madrid puede convertirse en la nueva musa del cine mundial, un lugar donde las historias se cuentan entre sus calles, sus plazas y su luz inconfundible.
Más allá de la figura del director y de las controversias que acompañan su nombre, el gesto de Ayuso y su gobierno es claro: apostar por la cultura como motor de proyección internacional y orgullo regional. El cine, al fin y al cabo, no solo se ve. También se recuerda. Y cuando la palabra “Madrid” aparezca en los títulos de una película de Woody Allen, millones de espectadores en todo el mundo mirarán la ciudad con otros ojos.
