La Quinta de los Molinos, uno de los parques históricos más emblemáticos de Madrid, ha vuelto a brillar gracias a la rehabilitación de sus molinos de viento. Estos tesoros del pasado no solo embellecen el paisaje, sino que también narran historias de antaño. Con esta renovación, se reafirman como símbolos del patrimonio cultural madrileño.

©MIGUEL BERROCAL
Renovación de los molinos: un paso hacia el futuro
Dos molinos americanos del primer cuarto del siglo XX, fabricados en Chicago, sufrieron con los años el desgaste tanto de la madera como del metal. Federación con tecnología de hace más de cien años, pedían a gritos un rescate. Con la ayuda del Ayuntamiento de Madrid, encabezado por Borja Carabante, delegado de Urbanismo, y José Antonio Martínez Páramo, concejal delegado de Limpieza y Zonas Verdes, estos molinos han resurgido de sus cenizas.
La restauración no solo ha sido una reparación superficial. Se trató de un proceso meticuloso que implicó un análisis minucioso para preservar cada detalle. Desde la cabeza de los molinos hasta las aspas y la icónica “cola de pez”, todo fue restaurado con precisión. Ahora, el molino en la rosaleda, con 14 metros de altura y 500 kg, y su compañero junto a la Casa del Reloj, de 12 metros y 200 kg, están listos para contar sus historias.
Una exposición de centenario: homenaje a un pulmón verde
En 2026, la Quinta de los Molinos cumplirá cien años y el Ayuntamiento ya planea una gran exposición para celebrar tan significativa fecha. Carabante no solo destacó el valor de este espacio como uno de los mayores tesoros verdes de la ciudad, sino que también puso de manifiesto la importancia de compartirlo con madrileños y turistas.
Este parque no nació de la noche a la mañana. A sus espaldas está el legado del ingeniero César Cort Botí, quien vio en este espacio la oportunidad de plasmar sus ideas urbanísticas. Su visión sentó las bases para la configuración actual del parque, que combina el esplendor arquitectónico con una diversidad botánica envidiable.
Un legado natural: más que solo molinos
La Quinta de los Molinos no es solo acerca de molinos. Es un oasis de biodiversidad en pleno Madrid. Destacan sus almendros, los cuales en febrero y marzo deleitan a miles con su floración. Sin embargo, este rincón verde va más allá. Con especies como olivos, cipreses y pinos carrascos, cada paseo por sus senderos revela una nueva maravilla natural.
La diversidad es tal que cada esquina ofrece un estilo diferente. La zona sur conserva su esencia agrícola, mientras que la zona norte, con su aire romántico y mediterráneo, hechiza con sus jardines, estanques y fuentes. En este lugar, también se erigen edificios históricos, como el palacete al estilo secesión vienesa y la Casa del Reloj, que son piezas esenciales de este mosaico cultural.
Un reconocimiento merecido
El pasado septiembre brindó otro hito a la Quinta de los Molinos. La Comunidad de Madrid la declaró Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Conjunto Histórico. Este reconocimiento no solo es un tributo a su historia, sino también a su impacto en la urbanística, su paisajismo y su valor botánico.
Con la rehabilitación completada, los molinos ahora resplandecen como guardianes de un legado que celebra la riqueza de la naturaleza y el ingenio humano. Este rincón de San Blas-Canillejas sigue siendo un refugio para aquellos que buscan un escape de la vida urbana, donde la historia y la naturaleza se entrelazan en una danza eterna.
Así que, mientras avanzamos hacia el centenario de la Quinta de los Molinos, recordemos la importancia de preservar y celebrar estos espacios que enriquecen el alma de la ciudad. A través de iniciativas como esta, Madrid demuestra su compromiso con la conservación del patrimonio, asegurando que las generaciones futuras también puedan disfrutar de estos tesoros.