El Ayuntamiento de Madrid ha decidido dar un paso importante en la preservación del arte urbano de la ciudad. Una decisión reciente ha puesto en el foco un mural que, a pesar de estar al borde de la desaparición, ha sido reconocido como una valiosa obra de expresión artística y fue creado por el renombrado artista Miguel Brayda. La historia de este mural es más que una simple anécdota. Involucra informes municipales, decisiones comunitarias y el valor intrínseco del arte en un entorno urbano en constante cambio.
Suspensión de obras para proteger el arte
La vicealcaldesa Inma Sanz ha anunciado que el mural en la fachada del edificio en la calle Antillón, 19, hogar del Teatro El Montacargas, se incluirá en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos. La razón detrás de esta decisión se centra en garantizar la protección del mural durante los arreglos necesarios en la fachada del edificio. Los informes municipales anteriores destacaron el deterioro de la fachada, instando a que las reparaciones se efectuaran sin alterar el mural.
Arte al aire libre: esculturas y murales que decoran Madrid
Las denuncias de la comunidad ante la amenaza de una posible desaparición del mural tras el andamiaje instaron al ayuntamiento a intervenir. La Junta de Gobierno optó por suspender cualquier obra que altere la fachada, protegiendo la pintura hasta que se finalice el proceso para otorgarle una protección formal.
Este mural no era considerado un Bien de Interés Cultural ni Patrimonial, pero destacó por su interés artístico y cultural gracias a la habilidad creativa de Brayda. Representa un simbolismo y un valor comunitario que trasciende su ubicación física.
La historia detrás del mural
El edificio que alberga el mural tiene una historia fascinante. Originalmente, era una fábrica de caramelos desde su construcción en 1950, antes de transformarse en el conocido Teatro El Montacargas en 1993. Fue en ese momento cuando Miguel Brayda pintó el mural, otorgándole un aire onírico y envolviendo la estructura con temas de vegetación y fauna.
El teatro se convirtió en un epicentro cultural del barrio, hasta cerrar sus puertas en 2020. Dos años más tarde, reabrió sus operaciones. El reconocimiento del mural no sería completo sin mencionar la trayectoria de Brayda, un artista que logró conectar diversas disciplinas artísticas, desde murales hasta el diseño de vestuario. Su legado incluye trabajos prominentes como las pinturas murales para la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE).
Un valor que trasciende lo visual
La pintura de Brayda en El Montacargas no es solo una pieza visual; encapsula una historia de transformación y comunidad. Su inclusión en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos asegura que, independentemente de las acciones de remodelación, el mural permanecerá como testimonio de la rica cultura del Puerta del Ángel.
La protección otorgada es un reflejo del compromiso del Ayuntamiento de Madrid con la preservación de la herencia cultural de la metrópoli. Se espera que este compromiso continúe, incentivando la valoración artística y cultural en otros parámetros más allá de los típicos criterios patrimoniales o urbanísticos.
En conclusión, mientras avanzamos en la modernidad, reconocer estas joyas escondidas como el mural de El Montacargas es esencial. No solo enriquecerán visualmente las calles de nuestras ciudades, sino que también nutren el alma comunitaria, guardando historias, sueños y aspiraciones en cada brochazo de su creación.