Aunque el verano suele evocar descanso, playa y desconexión, la realidad para muchos madrileños (y no solo) es bien distinta. Es sorprendente la cantidad de personas que vuelven de sus vacaciones con más tensiones musculares que cuando se fueron. ¿Por qué? Porque no todo es tumbona y cócteles bajo el sol: cargar maletas, dormir mal, moverse en transportes incómodos o simplemente no cuidar la postura pueden convertirse en enemigos silenciosos del relax.
Madrid en agosto se vacía. Las terrazas se relajan y las aceras se calientan al ritmo de temperaturas extremas. Pero, aunque escape uno a la sierra o a la playa, los malos hábitos viajan contigo. Contracturas, molestias cervicales, rigidez lumbar… todo eso aparece cuando menos lo esperas.
Para aliviar estas molestias o prevenir que vayan a más, una buena opción es combinar estiramientos suaves con productos de apoyo específicos. En parafarmacias online como por ejemplo Easypara, puedes encontrar en la selección de cremas antiinflamatorias productos pensados para cuidar tu bienestar muscular sin complicaciones. Desde fórmulas suaves para uso diario hasta opciones más potentes para dolores recurrentes.
Las malas posturas no se van de vacaciones
Empecemos con algo muy básico: las posturas. Dormir en una hamaca que parece sacada de una postal caribeña puede ser un placer visual, pero no siempre lo es para el cuello. Lo mismo ocurre con esas siestas en el sofá del apartamento turístico, sin soporte adecuado. Descansar mal genera molestias cervicales. El truco es sencillo: apoya bien el cuello y la espalda, y si no puedes evitar la postura incómoda, haz estiramientos suaves después.
Y si hablamos de posturas, no podemos olvidar el uso (o abuso) del móvil y el portátil. En vacaciones, muchas personas siguen conectadas al trabajo o pasan horas mirando el móvil mientras toman el sol. Permanecer mucho tiempo en la misma posición genera tensión, especialmente en cuello, hombros y espalda. Lo ideal es levantarse cada 30 o 40 minutos y moverse un poco.
Maletas, bolsos y mochilas: el peso importa
El siguiente gran culpable del dolor muscular veraniego tiene ruedas… o debería tenerlas. Las maletas. Uno de los errores más comunes es cargar siempre del mismo lado, especialmente bolsos o mochilas colgadas de un solo hombro. Este desequilibrio puede provocar descompensaciones musculares importantes.
Aquí va un consejo de oro: usa mochilas con ambos tirantes o maletas con ruedas y, si no hay más remedio, alterna el lado en el que cargas el peso. No se trata de parecer equilibrista, sino de evitar sobrecargar músculos que luego protestan con espasmos o rigidez.
El aire acondicionado, ese falso amigo
En Madrid, el verano puede ser asfixiante. Quienes se quedan en la ciudad saben que sobrevivir sin aire acondicionado es casi un deporte extremo. Pero cuidado: las corrientes frías constantes pueden ser traicioneras. Tortícolis, cefaleas tensionales o rigidez muscular son solo algunos efectos del aire mal regulado.
Lo recomendable es mantener el aparato entre 23 y 25 °C y evitar dormir con el aire apuntando directamente al cuerpo. Parece un detalle mínimo, pero marca una gran diferencia en cómo se despiertan tus músculos al día siguiente.
Hidratación, esa gran olvidada
Entre cervezas frías, cócteles y refrescos, a veces se nos olvida beber agua. Sin embargo, la deshidratación es uno de los factores más comunes detrás de calambres y rigidez muscular. Hay que beber agua con regularidad, incluso sin sentir sed, y moderar el consumo de alcohol y bebidas azucaradas. No hace falta ir con una botella de litro y medio bajo el brazo, pero tenerla cerca ayuda más de lo que parece.
¿Frío o calor? El eterno dilema
Más de una vez surge la duda: ¿me pongo hielo o calor en esta contractura? La respuesta rápida es: depende. Y no, no es una evasiva, es una explicación basada en ciencia.
Si se trata de una lesión reciente, lo ideal es aplicar frío durante las primeras 48 a 72 horas. El hielo ayuda a reducir el flujo sanguíneo, lo que disminuye la inflamación y alivia el dolor. Lo recomendable es aplicarlo durante 20 minutos por hora para no dañar la piel. Ideal para contusiones, esguinces o zonas inflamadas tras un sobreesfuerzo.
Pero si el dolor es crónico o recurrente, el calor es el aliado. Al aumentar el flujo sanguíneo, el calor ayuda a llevar más oxígeno y nutrientes a la zona afectada, lo que acelera la curación. También mejora la flexibilidad de tendones y ligamentos, reduciendo espasmos musculares. Es decir, ideal para problemas como la artritis o tensiones musculares persistentes. En estos casos, los parches térmicos o las duchas calientes pueden convertirse en un bálsamo.
Un buen método, según varios expertos en medicina deportiva, es combinar ambos tratamientos: empezar con frío y, con el paso de los días, pasar al calor. Eso sí, siempre aplicando el protocolo RICE: Reposo, Hielo (Ice), Compresión y Elevación. Este esquema básico ha sido la guía tradicional para cualquier lesión leve o moderada.
Madrid también relaja… si sabes cómo
Aunque muchos huyan en cuanto julio se instala, lo cierto es que Madrid puede ser un buen lugar para descansar. Sus parques, terrazas tranquilas y la baja densidad de tráfico en agosto hacen que la ciudad se transforme. Si decides quedarte o volver en pleno verano, aprovecha para mimarte. Una sesión de fisioterapia, un buen masaje o incluso ejercicios suaves de estiramiento en casa pueden marcar la diferencia.
Hay clínicas que permanecen abiertas en agosto, y cada vez son más los profesionales que ofrecen programas específicos de verano para prevenir y tratar las contracturas típicas de esta época. Algunos centros de fisioterapia incluso han incorporado rutinas exprés para viajeros frecuentes o para quienes, pese al calor, no dejan de entrenar.
El cuerpo también merece vacaciones
Al final, el mensaje es claro: descansar no es solo tumbarse a no hacer nada, también es cuidar cómo lo hacemos. La prevención de contracturas no requiere grandes esfuerzos, solo algo de atención a nuestro cuerpo. Estirar, hidratarse, cuidar las posturas, regular el aire acondicionado y saber cuándo aplicar frío o calor son pequeños gestos que tienen un impacto directo en cómo nos sentimos.
Porque el verano pasa volando, pero las contracturas se pueden quedar. Así que si vas a descansar, hazlo bien. Tu espalda, tus cervicales y hasta tus piernas te lo van a agradecer.